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Coll de ladrones, canfrancEl fuerte de Coll de Ladrones, próximo a Canfranc, se abre al público, una vez concluidas las tareas de limpieza, consolidación de estructuras y colocación de elementos de seguridad que faciliten las visitas turísticas.

Los propietarios, la misma sociedad dueña del hotel Santa Cristina, han editado folletos con la información que se precisa para llevar a cabo las visitas, que se han programado por el momento sólo para el verano, todos los miércoles y sábados, de 11 a 13 horas.

Quienes primero han tenido la oportunidad de conocer cómo ha quedado el recinto tras el acondicionamiento han sido los vecinos de Canfranc, a los que se ofreció una jornada de puertas abiertas.

La adecuación para fines turísticos de Coll de Ladrones se inició en 2007, con la retirada de toneladas de la basura que durante años fueron dejando los visitantes, en una desafortunada colaboración para acrecentar el aspecto de abandono de este fuerte, uno de los construidos como medida de vigilancia en el ámbito fronterizo de los Pirineos.

La fortaleza, inaugurada en el año 1900, dejó de tener una misión castrense hace cinco décadas, y en 1990, cuando el Ministerio de Defensa la sacó a pública subasta, fue adquirida por los propietarios del hotel Santa Cristina. La utilidad turística que ahora se le va a dar compensará el escaso uso como defensa de una edificación tan compleja: el primer fuerte, cuya construcción comenzó en 1752 y concluyó en 1758, se utilizó apenas 20 años por las deficiencias de su construcción, y el que ha llegado a nuestros días, empezado a construir en 1888 en sustitución del anterior, fue abandonado, por el Ejército en 1961 al perder su sentido a causa de la apertura de fronteras y la modernización del armamento.

Fue, no obstante, un enclave que tuvo su importancia, como prueba que lo visitaran en una ocasión (el 5 de septiembre de 1903) el rey Alfonso XIII y los Príncipes de Asturias, como deja constancia la placa conmemorativa colocada al final de la larga escalera -800 peldaños- que enlaza la fortaleza con el río Aragón.

Pese a los años de abandono, Coll de Ladrones sigue mostrándose como el sólido baluarte que fue, y uno de los mejores ejemplos de arquitectura militar enclavada en plena montaña. A las distintas dependencias, cuya ubicación y utilidad pasada se detallan en el folleto, hay que añadir las magníficas vistas del entorno, desde el valle de Canfranc y la población que le da nombre hasta el vecino hotel Santa Cristina.

Los responsables del establecimiento se han planteado las visitas como un primer paso para dar mayor actividad al recinto, que en el futuro podría pasar a ser otro establecimiento hotelero.

FUENTE: Diario del Alto Aragón

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